Mientras José
Padilla tuvo una soberbia actuación en corrida mixta a la usanza portuguesa.
(Fuente:
aplausos.es)
PASES DE PECHO. De Andrés Roca Rey en el coso Campo Pequeno de Lisboa.
La corrida
inaugural del abono de Campo Pequeno
-coso que este año cumple su 125 aniversario- arrojó un balance más que
positivo: se volvió a colgar el cartel de “Esgotado” -No hay Billetes-, Padilla arrolló como un ciclón y elevó
su crédito en la Monumental lisboeta, saliendo por tercera vez por la puerta
grande.
El jerezano demostró que se encuentra en el
mejor momento de su ya larga trayectoria. En esta ocasión volvió a echar mano
de su peculiar repertorio que le convierte en un torero completísimo capaz de
conquistar a todos los públicos gracias a tres factores esenciales: un valor a
prueba de bombas, una gran capacidad como lidiador y su facilidad para conectar
con los tendidos. Todo eso y más dejó patente en dos faenas rotundas en la
arena de Lisboa, que le acoge con un cariño que ha dedicado a muy pocos.
La madurez de Padilla le confiere una enorme
seguridad y serenidad, eligiendo los mejores terrenos, reaccionando con
inteligencia a las condiciones de cada toro, además de imponer su mando. Antes
de los desplantes y adornos efectistas, el jerezano hizo el toreo de calidad:
derechazos profundos alargando las embestidas, naturales de mano baja, hasta
llegar la locura del arrimón. Brilló igualmente en el tercio de banderillas,
clavando con precisión y verdad. Como resultado, un triunfo unánime, que puso
de acuerdo a viejos aficionados, jóvenes curiosos o turistas de ocasión.
Andrés Roca Rey,
que se presentaba en esta plaza, dejó una grata impresión aunque sin redondear.
Frente al tercero, noble pero sin transmisión, lanceó de capote con elegancia y
construyó una faena donde cuajó series por ambos lados de bello corte pero
escasa emoción. Se entregó frente al que cerró plaza, un toro manso que no le
dio opciones de éxito. En este turno, de nuevo se vieron detalles reveladores
de la clase que Roca Rey atesora.
El maestro
Joao Moura se sobrepuso, con las
ganas habituales, a la caída de una de sus monturas, felizmente sin
consecuencias, en el toro que rompió plaza. Moura aprovechó con sabiduría
algunas francas embestidas de su oponente para diseñar una magnífica lidia
dentro de su concepto. A la brega cadenciosa, en la corta distancia, se
sucedieron suertes de emotiva ejecución, que llegaron fuerte a los tendidos.
Lamentablemente, en el cuarto las cosas no rodaron al mismo nivel, en una faena
con altibajos.
Los
forcados Amadores de Vila Franca realizaron con eficacia dos pegas de cara.
Lisboa (Portugal), jueves 6 de
abril de 2017. Toros de Vinhas, para rejones, bien presentados
pero de escasa transmisión, y de Herederos de Varela Crujo, con
trapío y clase, el segundo fue muy noble, dando el ganadero la vuelta al ruedo. Entrada:
Lleno de “No hay Billetes”. Al iniciarse el festejo sonó un pasodoble dedicado
por la Banda de Samouco a Juan José Padilla, a quién fue ofrecida la respectiva
partitura.
Joao Moura,
vuelta y silencio.
Juan José Padilla, dos
vueltas y tres vueltas;
Andrés
Roca Rey, vuelta y vuelta.
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