martes, 4 de julio de 2017

CIEN AÑOS DE MANOLETE

Máxima figura del toreo de todos los tiempo.
Nació un 4 de julio en Córdoba, España.


    El artífice del toreo moderno nació un 4 de julio de 1917 en Córdoba. Tenía yo nueve años casi recién cumplidos. Fue en Cádiz el día del Corpus de 1939. Mi padre me llevaba a los toros como de costumbre. Siempre de su mano. Se daba una novillada con José Ignacio Sánchez Mejías, novillero puntero, que cortó un rabo. Y un muchacho de Córdoba, ciertamente no muy conocido, pero del que empezaba a hablarse: Manuel Rodríguez Manolete. Una oreja fue su premio y al finalizar la corrida, mi padre me preguntó: "¿Qué te ha parecido?" Le respondí con la inocencia del niño que era: "El que me ha gustado de verdad ha sido Manolete". Su toreo me alucinó de tal modo que, a día de hoy, sigo siendo manoletista. Desde aquel día, Manolete contó con un partidario más.
  Manolete cambió el toreo como uno de los eslabones clave de su evolución. Si Juan Belmonte pasa del toreo sobre las piernas, porque lo para, al toreo con los brazos, Manolete fue el primero en ligar los muletazos y bajar la mano a los toros. Hay un antes y un después de El Monstruo de Córdoba, como lo bautizó K-Hito, en el toreo actual.
   El valor de Manolete no admitía parangón con nadie. Era excelso con la muleta y muy grande y contundente con la espada. Y acabó toreando superior con el capote. Su toreo emanaba una personalidad diferente desde la pureza y la verticalidad. Decían, con tintes críticos, que era un torero de corto repertorio, pero lo fundamental lo hacía de maravilla. Toreaba con la muleta retrasada, el muletazo se antojaba corto en su inicio y se hacía largo en su remate. Y hacía de la ligazón extrema su bandera. A José Flores Camará, su descubridor y único apoderado, le acusaban sus detractores de cuidarlo demasiado. Lo cierto es que dirigió su carrera como la primera figura que era, sin volver jamás la cara a los gestos.
Toreó con todas las figuras, empezando por Chicuelo, su padrino de alternativa en el 39 en Sevilla, hasta Luis Miguel, con el que toreó su última corrida en Linares. Y con Domingo Ortega, Pepe Luis y Antonio Bienvenida. Lidió las ganaderías en candelero, como Antonio Pérez, Galache, Cobaleda, Urquijo. Y también las ganaderías menos apetecibles como Miura, Pablo Romero, Atanasio, Conde de la Corte, Samuel, Domecq...
  No rehuyó ninguna plaza de responsabilidad. En Madrid se anunció todos los años: un total de 25 corridas. Y en el 46 la única tarde que toreó en España fue en Las Ventas. Un día hizo el paseíllo en Bilbao por la mañana y por la tarde. Barcelona lo idolatró. Como Valencia, en cuya Feria de Julio de 1944 estuvo anunciado seis tardes. ¡Ah!, y en Sevilla toreó 16 corridas en su Feria de Abril y cortó un rabo en 1942. Cuatro de Miura. La supuesta comodidad se antojaba más bien poca.
  Ningún torero, y los hubo muy buenos, le hizo sombra. Siempre fue el rey, nadie pudo con él.
En 1947 Luis Miguel, un gallo de pelea lleno de juventud, ambición y poderío, quería el trono. Manolete se encontraba agotado, mermado de facultades y pensando ya en la retirada. Ambos coincidieron en la Feria de Linares con la corrida de Miura. Una corrida que, según la leyenda, iba para Murcia. Luis Miguel triunfó en el tercero y Manolete le respondió entregándose en el quinto. Fue tal la entrega que los pitones de Islero le arrancaron la vida al entrar a matar. Y su figura se inmortalizó.
  Después de 70 años, sigo siendo manoletista y en sueños creo que estoy viendo a Manolete abrir la Puerta Grande de Madrid el día del toro Ratón de Pinto Barreiro o dar en Toledo los naturales más extraordinarios que he visto en mi vida.

 

 


Fuente. El Mundo

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